29 may 2007

La llamaban Libertad

Nació como nacen todas las cosas que en esta vida merecen la pena. Pequeñita y sin hacer ruido. Poco a poco todos fueron oyendo hablar de ella, y los más valientes se atrevieron a llevarla en hombros, a mostrarla, a enseñársela al vecino, y con ella vinieron risas y sonrisas, exclamaciones e interrogantes, e incluso alguna lágrima mal disimulada… Pero todos, absolutamente todos, cuando la miraban a los ojos, estaban seguros de que ella era buena.

Creció, y cada día era más hermosa, más alta, más atractiva. Se convirtió en la mujer más hermosa del mundo. Tan bella era que todos la querían a su lado, para lucirla o para disfrutarla, para encadenarla a su cama o para besarla en la plaza del pueblo. Así empezó una lucha entre todos por hacerse con ella. Lucha que duró lo que nadie quiere que dure una guerra.

La joven, como todos, pasó por malas rachas, épocas oscuras de esas que dan ganas de olvidar, pero que si se olvidan se corre el riesgo de repetirlas. Incluso alguna vez que otra se acercó un cuchillo a las venas con ánimo de olvidar tanto dolor por su culpa. Pero uno de los que luchaban a muerte, dejándose el corazón en cada estocada, peleando con toda su alma por conseguirla, porque era él el que más la quería, el primero que la vio y que se quedó prendado de su belleza, la vio llorar en el balcón y dejó la lucha para acercarse.

Encaramándose a la balconada, él oyó sus palabras, y le entró el miedo por perderla, tan bonita y tan frágil ella. Le susurró al oído que no se fuera, que se quedara con él, que la vida sin ella no tenía sentido, que todo lo que hacía lo hacía por ella y que si ella quería, él dejaba de pelear en ese instante. Sorprendida por tanto cariño y sinceridad, ella aceptó quedarse siempre a su lado.

Él la amaba, y todos los días se lo decía. Ella lo amaba, y todos los días se lo demostraba. Sin embargo, el hombre, de tanto verla, de tanto gozarla, de tanto despertar con ella, acabó olvidándose de lo que le costó conseguirla, y las palabras, que en principio fueron de un amor arrasador, tornáronse frías con el tiempo, perdieron la pasión de la juventud y se acartonaron en los rincones.

Ella no sabía lo que había hecho para que quien tanto la amó, hoy le diera la espalda, así que una noche de invierno, se asomó al balcón y salió volando con alas de hada, prometiendo volver si volvía el amor. El cacique del pueblo, uno de tantos que habían perdido la batalla por ella, la vio salir de la habitación, supo que era su oportunidad y se la llevó por la fuerza. La metió en una oscura mazmorra hasta que aceptara casarse con él.

Por supuesto, ella se negó. Su amor verdadero la había conquistado con sutileza, con dulces palabras, con bellas ideas… nunca a la fuerza. Eso era algo que el cacique nunca comprendería.

Ella lloró toda la noche, mientras la luna se colaba por su habitación y la acunaba para que las lágrimas dejaran de ensuciar su rostro. La luna, Luna Madre y Sabia, le dijo que, en cuanto despertara, su amor la buscaría hasta encontrarla. Rezaron juntas para que despertara pronto.

Él, mientras, seguía durmiendo.


Para Sasha y, por extensión, para toda Venezuela
No han acabado con la Libertad, solamente os la han escondido.
Es cuestión de despertar.

27 may 2007

Contra la lluvia... ¡MAREAAAAAAAA!

La tarde empezó como todas, a las 12 en punto de una mañana que tenía prisa en palmarla. Pasó el tiempo, con los relojes muertos de ganas, y a las seis y poco ya estábamos frente a la plaza de toros, "Pero tío, no abren hasta las ocho", "¿Y qué más da?". ¿Y qué más daba? Teníamos nuestras litronas, nuestra amistad y nuestro rock&roll filtrándose entre las baldosas. ¿Que faltaban dos horas? Pues muy bien, gracias. Mañana tienes 24 más por si te parecen pocas.

"Choque de culturas, ¿Qué no?" Señoronas con abrigos de pieles ("Se deben asar de calor las muy zorras") nos miraban por encima del hombro. Jóvenes con camisetas de la Fuga, Extremoduro, Fito, Boikot, Reincidentes, Obrint pas, Saratoga, y sobre todo, cómo no, Marea, invitaban a tragos y caladas de eso que se aliña con tabaco. Los skins pasaban con respeto. Son pocos y cobardes. Nosotros, muchos y rockeros.

Así pasaban las horas, y una vez dentro, la metáfora era un buitre con cabeza de cerdo y un esqueleto trabucaire disparando al cielo. A esperar. El concierto despertó la expectación hasta entre los pajarracos voladores, que trajeron las nubes para poder sentarse. Cabrones.

La primera gota fue a estrellarse en el foco del centro. Que se jodan. Los focos no entienden de rock&roll, igual que la lluvia. "Me suda la polla que llueva o no llueva" cantaba alguien por detrás. Y era verdad nos sudaba la polla que lloviera hasta que saliera el de la voz de cazalla y los versos aceituna. Y salió. En la moto, echando humo, tan gordo como siempre y con la misma voz de todos los días. San Kutxi de los Rockeros, estamos aquí para alabarte, aunque los focos no entiendan de rock&roll. "Dios es facha, es del PP, ¡Mecagüen su puta madre!", palabra de Kutxi. Los focos se iban fundiendo, las nubes lloraban de puro rencor, que ellas preferían ver toros morir sobre la arena antes que contemplar cómo las letras tomaban vida. Kutxi, mientras, cantaba.

Pero aquí llueve, no se cae el cielo, pero sobre las luces no está uno tan seguro. Pues vale, pues oye, pues paramos. Pero como la música se detuvo, Dios, que es facha y del PP y mecagüen su puta madre, se aburrió y quedó dormido. Los toros, bajo su frente trágica y tremenda, pudieron vivir un día más en los toriles. Por fin siguió la letra aunque los focos no entendieran de rock&roll, y se hubieran suicidado... "¡Qué coño!... es un buen día para morir electrocutado".

Y los acordes fueron mal tipeados y se convirtieron en halcones devorando los oídos. "¿Y qué? Hoy nos quedamos sordos. Mejor con esto que con una bomba atómica". Y cada verso tuvo, al salir, que enfrentarse a un campo de tréboles levantados. 5.000 o 6.000 tréboles, no vayas tú a creer, compadre, que hastan de entre las gradas brotaban como setas los muy cabrones.

Y mientras la voz de Kutxi se colaba en las esquinas, algo cambió. El mundo dio la vuelta y de pronto no era él, era yo el que cantaba, al que le enfocaban las luces que quedaban, el que estaba en medio de todos creando rock con la voz cascada. Yo era el que estaba arriba del escenario y, desde abajo, los Marea me jaleaban. En fin... eso es Música, por más que las zorras vestidas de animal lo llamen ruido ¿O no?

Y, como los grandes conciertos, que para algo lo era, se acabó varias veces. Siempre un último fin antes del siguiente. Y a cada final el público pedía más y más y más... ¿Qué os voy a contar? Pues joder, que eso es rock&roll. Y que Kutxi lo sabía y seguía cantando. Que se joda el viento, y Bisbal, y la lluvia, y Dios, que es facha y del PP y que a ver si se muere, y las señoronas vestidas de animales, y las animales disfrazadas de señoronas, y los skins de mierda que nos miraban acojonados... que se joda todo lo que no sea rock, porque a quien no le gusta el rock no quiere a su madre, gloria bendita.

Y al final llegó el final, que fue un grito conjunto, como todo. Fue la primera canción, la que siempre fue la última, la que se creó cuando el verano voló y se dejó el corazón debajo de la cama... en una palabra... Mejor, en un grito: "¡MAREAAAAAAAA!"

Jotha
26 de mayo de 2007
Plaza de toros Valencia
Piojoso Tour '07
¡MAREAAAAAAAA!

22 may 2007

Coliseo

El sol brilla en lo alto. Abren la puerta y me obligan a salir. No quiero. No, no quiero. Sé lo que me espera, que o muero yo o muere él. Y yo no sé matar. Tampoco quiero. No quiero matar por placer. Y menos, para placer de otros. Yo quiero volver a casa, pero no me dejan. Lo único que me van a dejar es salir ahí fuera a morir o matar. En las gradas, seguro que la Parca, bajo su manto negro, o quizá metamorfoseada en anciana decrépita, sonríe y afila su guadaña, sabiendo que sólo tiene que esperar unos minutos para llevarse a uno de los dos. Yo o él. Él o yo.

Salgo a la arena, la repentina claridad me ciega, me confunde, no logro ubicarme. Miro a mi alrededor. Lleno. El redondo edificio me rodea, las gradas están llenas, decenas de personas que miran el espectáculo, ávidos de sangre y dolor, ansiosos de una muerte que los solace para toda la semana, una muerte que calme su instinto asesino. Observo con miedo cada sonrisa impaciente, los gritos jaleando no sé si a mí o a mi enemigo. “enemigo” ¿Qué he hecho yo para tener un enemigo? No quiero enemigos. Pero él no piensa lo mismo. Me llama, se burla, me insulta. Sé que me va a atacar.

Me rindo a lo que quieren. Estoy allí para luchar por mi vida y eso hago. Sé que el primer golpe es importante, así que voy hacia él e intento alcanzarle. Pero es muy rápido, me esquiva, se hace a un lado con agilidad y evita mi ataque. Maldición. Lo intento otra vez. Y otra. Y otra. Pero siempre me esquiva. Lo veo sonreír, se burla de mí. Debí saberlo. Es un experto, ha luchado en cientos de batallas iguales que ésta y siempre ha salido victorioso. Sólo él sabrá cuánta sangre ha corrido por sus manos. Miedo. Tengo miedo.

Una y otra vez intento alcanzarlo. Una y otra vez me esquiva y, ahora, añade dolorosos pinchazos a mi espalda, que pronto se moja con mi sangre. “Ahí la tenéis, malnacidos”, digo entre gritos a la multitud que se sienta en las gradas del coliseo, viendo la matanza sin mover un músculo para frenar esta carnicería. Al contrario, animan, quieren más sangre, más muerte, más crueldad.

Me esfuerzo en agotar hasta el último aliento para intentar vencer. Necesito sobrevivir. No quisiera matarlo, pero sé que si no lo mato él me matará. Así que tengo que intentarlo. Es él o yo. Lo miro a los ojos, buscando una muestra de lucidez, de piedad, un resquicio que me haga pensar que es posible que los dos salgamos vivos. Pero no. Sólo veo un brillo psicópata, unos ojos clamando muerte y una sonrisa maquiavélica. Me encuentro cansado. Exhausto. ¿Por qué tiene que pasar todo esto? ¿Qué le he hecho yo a esta gente?

Estoy vencido, cansado, no podré defenderme mucho tiempo. Por eso, cuando le entregan la espada, sé que es mi sentencia de muerte. Entre “olés”, esquiva mis últimas embestidas desesperadas.

Finalmente, cansado del juego, me clava la espada en el lomo y la hunde con firmeza. Me mata. Mi grito último, fuerte y derrotado, resuena en los oídos de la gente sin piedad que nos observa desde las gradas. Sonríen, aplauden, ya veo a la muerte viniendo hacia mí. Dejando mi cuerpo ya más muerto que otra cosa, el torero recibe la ovación del público. El toro ha muerto. El torero vive.

Una vez más, en la lucha del hombre contra la bestia, el hombre se ha convertido en la bestia.



Jonathan Soriano

15 may 2007

Valencia

Valencia es una puta que se engalana,
El Monopoly de Zaplana,
El Scalextric del inglés.


Tanta copa y que no se entere Rita,
Que se nos va toda la guita
En las juergas del PP.


Desde Europa denegaron el trasvase
Aún así, pase lo que pase,
Pasa el Ebro por Vinaroz.


Mientras tanto… ¿Terra mítica? ¿Ladrillazo?
¿Qué se cae el metro a pedazos?
Eso es mentira, como el honor.


Valencia City, capital de Ultramemia,
De la Familia, ¡Qué blasfemia,
Que se case un homosexual!


Gloria a la derecha, a dios y a la CONCAPA
Que para eso vino el Papa
A hacernos recapacitar.


Tengo miedo, que empiezan las campañas
Vendrá a apoyar míster España
Perdón, quise decir Rajoy.


Españolito que votas en Valencia
(Si aún te queda algo de paciencia)
Te guarde dios.

14 may 2007

Hay veces... (Paranoia nº 2)

Hay veces… veces en que cada paso suena a golpe de batería, y las buenas canciones son sólo lo que son: canciones. Pero otras veces, cada brizna de aire que azota la cara, sea con fuerza o sin ella, trae la melancolía de un concierto de armónica, y las buenas canciones son todo lo que son: buenas canciones.

Llega el momento en que apagas la música porque cada verso te recuerda algo que no quieres recordar, y al silencio, que se ve libre y poderoso, le crecen cuernos y un tridente que apunta directo a unas venas borrachas de sangre helada y sonríe. Y es entonces cuando el silencio se disfraza de Chicago y de Nueva Orleáns y entona un blues que se apodera hasta del último rincón. Para ese momento, las luces ya se han apagado y la ciudad se ha quedado a oscuras y vacía. Por en medio de la avenida, un viejo y solitario músico de Jazz toca su saxofón, amargo saxofón de notas tristes, en un canto que la luna no entiende. Pero yo, en mi casa, en mi cama, en la sombra más negra que he podido encontrar para esconderme, entiendo y lloro.

Lloro y entiendo cada canción.

9 may 2007

Ramas desnudas

Ruinas de plata, aceras de diseño,
niños disputándole el pan a las palomas,
carne de asfalto traicionada por los sueños
que nunca han llevado sus caminos hasta Roma.


Ramas desnudas, de otoño-primavera,
piden un gramito de locura bajo los puentes,
peces con hambruna escapa'os de las peceras
ladran en la noche enseñándose los dientes.


Ganas de hundirse, de mojarse en las fuentes
que escupen agua turbia, rosiclera que me miente.
Sangre que no es sangre, ¡Luna no eres luna!
Yo como iba con hambre me he comido las ayunas.

Llamas lamiendo las caras del olvido,
polvos de neón iluminando los olfatos,
hundidos en el barro, a pesar que no ha llovido,
ya no hay dios que pueda salvarse los zapatos.


Gatos que ladran, perros que maúllan,
niñas que blasfeman sollozando a las estrellas,
mil cunas vacías de los cuerpos que no arrullan
guardan bajo mantas mil mensajes en botella.

Púas que rozan las venas del descaro,
techos que desnudan el color del firmamento,
hoy el sol se muere, le han metido un disparo

que no moleste ni a la luna ni al viento.


Ganas de hundirse, de mojarse en las fuentes,
que escupen agua turbia, rosiclera que me miente.
Sangre que no es sangre, ¡Luna no eres luna!
Yo como iba borracho me he comido las ayunas.

4 may 2007

Jugar con fuego (Paranoia nº1)

Jugar con fuego y quemarse, hacer malabares con brasas ardiendo y amanecer con quemaduras en las manos, llegar muy lejos caminando muy poco… Pero pasa que me gusta caminar y nunca había ido demasiado lejos. Algo va mal.

Hay fronteras que no hay que cruzar jamás y otras que hay que pisotear con despreocupación. El otro día llegué al fin de mi mundo y me quedé de este lado. Algo va mal.

Algo va mal que estoy empezando a dejar de pensar las cosas y cada vez me siento más niñato y menos niño. Crezco decreciendo, adelanto marcha atrás, nado a favor de la corriente. Algo va mal…

Un cenicero en forma de calavera, rellenado de colonia a la que le he metido fuego. El aroma a gasolina llena mi habitación. Ayer hice arder una palabra y tengo que repasar el diccionario para saber cuál fue. Voy por “res” y no la he encontrado todavía. He intentado que el azar me ayude a hallarla pero sólo he encontrado un dadá que me habla de elefantes blancos, barcos volando hacia el olvido y árboles tristes. Algo va mal.

2 may 2007

Encuentro

Once lunas anémicas de besos
van perlando en tu vientre poesía.
Allí fuera la noche muerde el cielo,
aquí dentro las sombras son mentira.


En tus labios se enreda el firmamento,
mueren dioses en tu alma todavía,
la ribera sagrada de este encuentro,
se resbala en el filo de la herida.


Once soles persiguen a mis dedos,
alaridos de luz que traen el día.
Allí fuera se mueren los inviernos,
aquí dentro, el frío se arrodilla.


Arcoíris florecen en tu cuerpo.
Terremoto. Cruel geografía,
ciencia mágica, íntimo deseo,
del amor, del calor y de la vida.


Y sin versos, ni fotos, ni palabras
sólo quedan tu cuerpo junto al mío
como juncos doblándose en el agua
enemigos de todo lo aprendido.